Mapa acústico de 18 de Julio
En la principal avenida de Montevideo prima el ruido del tránsito con valores de 73 a 77 decibeles con los autos en marcha. Cuando paran en el semáforo, el nivel de ruido baja un máximo de 20 decibeles.
Estos son algunos de los resultados del estudio desarrollado por la Facultad de Ingeniería de la Universidad de la República (Fing-Udelar) y la Intendencia de Montevideo (IM) para actualizar los registros de sonido en 18 de Julio, mediante un convenio gestionado por la Fundación Julio Ricaldoni.
El planteo original de esta investigación fue afinado por técnicos del Departamento de Desarrollo Sostenible e Inteligente de la IM y de FIng en el marco de un ámbito de intercambio de ideas y trabajos entre ambas instituciones. Además su pertinencia fue estudiada por la Comisión Sectorial de Investigación Científica (CSIC) de la Udelar.
Insumos para tomar decisiones
El ruido que genera el tránsito, el flujo de gente y los movimientos cotidianos sobre la principal avenida céntrica de Montevideo, fue medido durante el 2020. El resultado dio valores que estuvieron dentro de lo esperable a pesar de la reducción de la movilidad que, por momentos, generó la pandemia.
El interés inicial del proyecto era medir cómo impactarían las obras que preveía realizar la intendencia de Montevideo en el anterior período de gobierno. La reforma comprendía el ensanche de veredas, la construcción de una ciclovía y la prohibición de la circulación de autos. De esta manera, en 18 de Julio, convivirían peatones, ciclistas y únicamente el transporte público colectivo.
Con el tiempo los planes de la comuna cambiaron, así como las autoridades, pero la necesidad de conocer el actual mapa acústico de 18 de Julio siguió vigente. “Hace muchos años que no se realiza un mapa de ruido completo de Montevideo y los datos por medición se necesitan porque contribuyen a tomar mejores medidas de gestión”, explicó Elizabeth González, docente del Instituto de Mecánica de los Fluidos e Ingeniería Ambiental (IMFIA) de Fing y responsable del proyecto.
Trabajo de campo
La medición se llevó a cabo de dos maneras, con registros de larga duración y registros manuales de una hora. Para los de larga duración se colocaron dos sonómetros, uno en la Explanada de la Intendencia y otro en 18 de Julio y Río Branco. Se intentó instalar un tercero en 18 de Julio y Gaboto pero no fue posible encontrar un lugar donde el aparato no quedara expuesto. Los puntos elegidos coincidieron con la ubicación de equipos de medición que actualmente tiene la IM sobre la avenida, y con cámaras para visualizar el tránsito.
Para los registros manuales se le asignó un número a cada cuadra y a ambas aceras, Norte y Sur. Es así que se definieron 62 puntos para medir durante una hora y se sorteó el orden de registro para que fuera aleatorio.
La docente explicó que uno de los aspectos más relevantes del estudio fue que desde la IM pudieran cotejar los resultados obtenidos entre los sonómetros propiedad de la comuna y los del IMFIA. “Ellos miden en forma permanente en muchos lugares, pero la confiabilidad de los datos no estaba analizada. Lo que se vio es que siguen la evolución de los niveles de ruido, aunque con un desfasaje que no es fijo”, detalló.
La responsable del proyecto afirmó que, en general, la información registrada fue “esperable”. “No encontramos cosas raras, es bastante homogéneo a lo largo de 18 de Julio, no se encontró una zona oasis ni de gran ruidaje, lo que prima es el ruido del tránsito”, resumió.
Los valores esperables oscilaron entre 73 y 77 decibeles, niveles frecuentes en calles con flujo de tránsito importante. Lo que sí llamó la atención fueron los niveles de ruido de fondo registrado, es decir cuando paran los autos en el semáforo, donde el sonido disminuye considerablemente, hasta 20 decibeles.
La ingeniera sintetizó la importancia que tiene considerar el sonido como parte del bienestar de las personas. Destacó que el oído es un “órgano que siempre está en alerta” y “no para nunca”, por lo que cada vez que el sonido siente una diferencia de niveles le avisa al cerebro que está pasando algo. “El oído nos trata de avisar toda esa información por si estuviéramos en riesgo, y al final puede que no nos deje dormir. Nos pone en riesgo de tanto que nos quiere proteger”, concluyó.